ArtÃculo de Revisión
Inmunopatogenia de la esclerosis sistémica
Carolina DÃaz G, M Antonieta Guzmán M
ARCHIVOS DE ALERGIA E INMUNOLOGÍA CLÍNICA 2009;( 2):0037-0043 | DOI: 10.53108/AAIC/20092/0037-0043
La esclerosis sistémica corresponde a una compleja enfermedad autoinmune, caracterizada por anormalidades en la vasculatura así como por remodelación anormal del tejido conectivo. La sobreproducción de matriz extracelular por los fibroblastos resulta de la interacción anormal entre las células endoteliales, mononucleares (linfocitos y monocitos) y fibroblastos, en un ambiente de hiperreactividad vascular e hipoxia vascular. Muchos autoanticuerpos han sido identificados en el suero de estos pacientes; algunos de ellos son específicos de la enfermedad, como los anticuerpos anti-centrómeros en la esclerodermia limitada y los anti-topoisomerasa 1 y anti-RNA polimerasa I y III en la de tipo difusa. El rol patogénico de éstos permanece aún incierto. Sin embargo, factores genéticos, ambientales y posiblemente aloreactivos pueden contribuir a la susceptibilidad de la enfermedad.
Palabras clave: inmunopatogenia, esclerosis sistémica, autoanticuerpos, microquimerismo, fibrosis, vasculopatÃa, sistema inmune.
Systemic sclerosis (SSc) is a complex autoimmune disease characterized by vascular abnormalities and pathological remodelling of connective tissues. Extracellular matrix overproduction by fibroblasts results from abnormal interactions among endothelial cells, mononuclear cells (lymphocytes and monocytes) and fibroblasts, in a setting of vascular hyperreactivity and tissue hypoxia. Many autoantibodies have been identified in the sera of SSc patients; some of them are specific to the disease, such as anti-centromere antibodies in limited SSc, anti-topoisomerase 1 and anti-RNA polymerase I and III antibodies in diffuse SSc. Their pathogenetic role(s) remains uncertain. However, genetic, environmental and possibly alloreactive factors might also contribute to disease susceptibility.
Keywords: immunopathology, systemic sclerosis, autoantibodies, microchimerism, fibrosis, vasculopathy, immune system.
Los autores declaran no poseer conflictos de intereses.
Fuente de información Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica. Para solicitudes de reimpresión a Archivos de Alergia e Inmunología Clínica hacer click aquí.
Recibido | Aceptado | Publicado 2016-07-01
Introducción
La esclerodermia es una enfermedad poco frecuente, cuya prevalencia fluctúa entre 65-265 casos por millón de habitantes; afecta predominantemente a mujeres (relación 9:1) y es una patología potencialmente devastadora [1]. Su nombre deriva de las palabras griegas skleros, que significa dura, y derma, que significa piel; es decir, esta denominación describe la característica física principal de la enfermedad [2,3].
Clínicamente es posible dividirla en dos formas de presentación: una de tipo localizada y otra de tipo sistémica (Tabla 1). En la primera, el compromiso se restringe a la piel y tejidos subcutáneos e incluye desórdenes tales como la morfea, la esclerodermia lineal y otros síndromes relacionados [4]. Por su parte, la esclerodermia sistémica, llamada más apropiadamente esclerosis sistémica (SSc), afecta no sólo la piel, sino diferentes vísceras, como el corazón, los pulmones, riñones y el tracto gastrointestinal [5,6]. A su vez, dependiendo de la extensión del compromiso cutáneo, ésta se subdivide en dos categorías: cutánea limitada y cutánea difusa. La esclerosis cutánea limitada se caracteriza por engrosamiento cutáneo en distintas áreas distales, aisladas, como en rodillas, codos, manos, con o sin compromiso facial. El síndrome de CREST se caracteriza por la presencia de calcinosis, fenómeno de Raynaud, dismotilidad esofágica, esclerodactilia y telangiectasias; actualmente éste es un término en desuso, ya que equivale a la esclerosis limitada. Por su parte, en la esclerosis cutánea difusa el engrosamiento cutáneo abarca tanto las regiones proximales como distales, con o sin compromiso facial o troncal.
Los síntomas iniciales de la SSc (independiente del subtipo) son inespecíficos e incluyen fatiga, molestias musculoesqueléticas, fenómeno de Raynaud y aumento de volumen de ambas manos. La disfunción esofágica, manifestada frecuentemente como reflujo gastroesofágico y/o disfagia, es también una manifestación temprana. El signo clínico más confiable al momento del diagnóstico es la presencia de induración cutánea, la que típicamente comienza como aumento de volumen de dedos y manos. En la Tabla 2 se especifican los criterios diagnósticos para esta enfermedad [7].
El curso clínico puede variar ostensiblemente, dependiendo del tipo de esclerosis desarrollada. Lógicamente, la SSc con compromiso cutáneo difuso es la forma más severa [1] y se caracteriza por una mayor extensión del compromiso visceral. En la Tabla 3 se resumen las diferentes complicaciones asociadas a esta enfermedad.
Inmunopatogenia de la esclerosis sistémica
A grandes rasgos podemos decir que en la inmunopatogenia de la SSc existen tres componentes centrales: (1) Fibrosis extensa de piel y vísceras, (2) Vasculopatía y (3) Activación del sistema inmune, con altos niveles de autoanticuerpos séricos circulantes. La vasculopatía incluye la proliferación fibrointimal de los vasos pequeños y episodios vasoespásticos (Raynaud), que pueden conducir a isquemia local. Estos episodios se relacionan con la exposición al frío o secundarios a períodos de estrés, y pueden aparecer años antes que la fibrosis cutánea. Por su parte, la fibrosis y la vasculopatía en las distintas vísceras, de mayor relevancia a nivel pulmonar, es la principal causa de morbimortalidad en pacientes con SSc.
La evidencia sugiere que la activación del sistema inmune (SI), particularmente de los linfocitos T (LT), en respuesta a uno o más antígenos específicos tiene un papel central en la fisiopatología de la SSc [8].
A continuación describiremos cada uno de los tres procesos implicados en la patogenia de la SSc.
Fibrosis excesiva y extensa
Por muchos años, se ha considerado la activación excesiva de los fibroblastos como el principal fenómeno implicado en la patogenia de la SSc. Para que se produzca depósito de proteínas en la matriz extracelular y fibrosis secundaria, se requiere la activación inicial de los fibroblastos, la cual parece ser no intrínseca de este tipo celular, sino orquestada por otras células [9]. Análisis por microarray han revelado que los genes de los fibroblastos no se expresan diferencialmente en los pacientes con SSc en relación con los individuos sanos [10]; por lo tanto, la activación exógena de estas células es la hipótesis más probable y sería causada por las células y mediadores del SI.
La activación extrínseca determina la sobreproducción de colágeno tipo I, III, V, VI y VII, proteoglicanos, fibronectina, laminina y fibrilina-1 [11,12]. Diversos tipos celulares, como las stem cells circulantes, los pericitos de la microvasculatura y los fibroblastos residentes en los tejidos, pueden diferenciarse en fibroblastos con características contráctiles en presencia de distintos factores humorales; estas células son responsables de la síntesis de colágeno [13].
En la SSc, no sólo existe un aumento en la producción de colágeno y otros elementos de la matriz extracelular, sino que potentes factores profibróticos se encuentran regulados en exceso, dentro de los cuales destacan el factor de crecimiento transformante β (TGF-β), la interleuquina-4 (IL-4), el factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF), la proteína quimiotáctica de monocitos tipo 1 (MCP-1) y el factor de crecimiento del tejido conectivo (CTGF) [14].
Últimamente, se ha comunicado que los mastocitos se localizan junto con los miofibroblastos en la etapa temprana de la lesión cutánea, degranulándose frecuentemente [15], lo que determina, a través de la liberación de histamina y triptasa, la proliferación de los fibroblastos y la diferenciación de los miofibroblastos, incrementándose aún más la síntesis de colágeno [16].
Los macrófagos, fibroblastos, células endoteliales y otras células accesorias juegan un rol fundamental en la producción de factores profibróticos potentes, dentro de los que se incluyen la IL-6, el TGF-β, la CCL-2, PDGF, endotelina y el CTGF [8].
Activación del sistema inmune
Por años el rol del SI fue ignorado en la patogenia de la SSc, sin embargo, actualmente existen evidencias de la activación tanto de los LT como de los LB en esta enfermedad. Se ha logrado establecer que durante las etapas iniciales de las lesiones cutáneas existe infiltración de LT, macrófagos, mastocitos y algunos LB [17-19], lo que sucede antes de que exista cualquier evidencia histológica de fibrosis [18]. Posteriormente, cuando la fibrosis aumenta, el infiltrado inflamatorio tiende a disminuir, la fibrosis decrece hasta llegar a la atrofia cutánea [19].
a) Linfocitos T
Dos de los tres sellos patológicos de SSc, la fibrosis y la vasculopatía, se pueden atribuir a la activación de las células inmunes. En la fase inflamatoria de la SSc, los LT son activados, lo cual se evidencia por la proporción creciente de marcadores de activación, tales como el receptor de IL-2 y citoquinas derivadas de los LT, como la IL-4, el TGF-β y la IL-13 y 17 [14]. Como se desprende de este patrón secretorio, en la SSc predominan los LT helper tipo Th2.
Presentan en la superficie un TCR del tipo αβ, existiendo en la periferia una proporción normal de LT γδ, pero éstos se acumulan preferencialmente en las lesiones cutáneas [8].
El TGF-β aumenta la síntesis de colágeno y proteoglicanos e inhibe la degradación de la matriz extracelular, ya que disminuye la síntesis de metaloproteinasas (MMP) y aumenta la de su inhibidor [20,21], iniciándose de este modo el proceso fibrótico. El TGF-β media su efecto uniéndose a su receptor de membrana (TGF-βRI) y traduciendo las señales al núcleo vía fosforilación de los factores Smad2 y Smad3. Se ha comprobado, en un modelo animal de SSc, que la expresión de SMAD3 se encuentra aumentada en pacientes con esta patología y que la interrupción de su fosforilación determina la reducción de la fibrosis [11,22]. SMAD7 inhibe la señalización intracelular desencadenada por el TGF-β, al formar un complejo con algunas ligasas (Smurfs), lo cual determina la degradación del TGF-βRI [23]. En la SSc, la función inhibitoria de Smad7 se encuentra disminuida [24], con el consecuente incremento del proceso fibrótico [25].
La IL-4 es una citoquina profibrótica potente; existe evidencia tanto in vitro como in vivo que es capaz de incrementar la producción de colágeno [26,27]. También se ha observado que la neutralización de ésta con anticuerpos monoclonales anti-IL-4 previene la enfermedad injerto contra huésped (GVHD) en distintos modelos animales, con la concomitante disminución de la fibrosis hepática [28].
La IL-13 induce producción de TGF-β por los macrófagos, además de causar fibrosis por mecanismos TGF-β independientes [8].
La IL-17 contribuye a la infiltración mononuclear, ya que induce la producción de IL-1 por parte de las células endoteliales y la expresión de ICAM-1 y VCAM-1 [29]. Además, posee efectos directos sobre los fibroblastos, desencadenando su proliferación [29] y la expresión de IL-6 [8,30].
El PDGF, detectado en las células endoteliales y macrófagos perivasculares [31], estimula la proliferación fibrocelular [21] y la síntesis de MCP-1 por los fibroblastos. Éste posee también características profibróticas [32], ya que activa la síntesis de colágeno tipo I, estimulando la migración de las células mononucleares [33]. La evidencia actual demuestra que no solo existe un aumento en las cantidades de PDGF circulante, sino una sobreexpresión de su receptor, probablemente como resultado de defectos en la vía de señalización del TGF-β; esto determina una mayor sensibilidad de los fibroblastos a esta citoquina [34]. Sambo y cols. [35] demostraron que los fibroblastos producen de manera constitutiva grandes cantidades de especies reactivas del oxígeno (ROS) a través de la NADPH-oxidasa. Las ROS median la apoptosis y activan al factor NF-κB, con la consecuente síntesis de citoquinas y moléculas de adhesión.
En los fibroblastos normales se describe un ciclo, en el cual el PDGF gatilla el aumento de la producción de ROS por activación de la NADPH-oxidasa, que activarán a las kinasas ERK1/2, lo que finalmente desencadena la transcripción de genes relacionados con la inflamación y la fibrosis. En pacientes con SSc, este ciclo se encuentra amplificado y la disrupción de éste, por diversos agentes farmacológicos, reduce la transcripción de genes relacionados con la síntesis de colágeno [34].
Por su parte, el CTGF, sintetizado por las células endoteliales y fibroblastos en la fase final de la SSc, también estimula la producción del colágeno [36].
Los LT interactúan con los fibroblastos no sólo a través de distintos mediadores, sino también vía moléculas de coestimulación, específicamente vía CD40/CD40-ligando, determinando un aumento de la producción de citoquinas proinflamatorias, como IL-6 y MCP-1 [8,37]. En contraposición, los LTh1 y en menor grado los LTh2 son capaces de inhibir la producción de colágeno vía contacto directo con los fibroblastos, a través del TNF-α de membrana (TNFR) [38].
b) Linfocitos B
Los LB también se encuentran activados en la SSc, lo que se refleja en la hipergammaglobulinemia, la presencia de autoanticuerpos y la sobreexpresión de la molécula de traducción específica del LB, CD19 [39].
i) Anormalidades intrínsecas del LB
En la SSc, la homeostasis de los LB se encuentra alterada [40]: se observa un aumento en el número de LB totales, dado principalmente por el incremento de los LB vírgenes, mientras que los de memoria y las células plasmáticas están disminuidos [40].
Por otra parte, las células de memoria en individuos con SSc, aunque cuantitativamente disminuidas, se encuentran crónicamente activadas, presentando una mayor densidad de las moléculas CD80 y CD86 en la membrana, al igual que CD95 (Fas); en consecuencia con lo anterior, estas células son muchísimo más sensibles a la apoptosis espontánea, lo que disminuye aún más el número en circulación [40]. La constante merma de los LB de memoria y células plasmáticas determina el aumento de los LB vírgenes circulantes (feedback positivo).
La activación crónica de los LB de memoria explica la hipergammaglobulinemia característica de los pacientes con SSc [40].
ii) Expresión de CD19
Normalmente, la expresión de CD19 es regulada estrechamente durante el proceso de activación del LB; se ha sugerido que los niveles de expresión de esta molécula determinan una predisposición genética a la autoinmunidad [40]. En los pacientes con SSc, la densidad de esta molécula y de CD21 está incrementada en aproximadamente un 20% en comparación con individuos sanos, mientras que CD20 y CD40 se mantienen dentro de los rangos esperados [41]. Se desconoce cómo ocurre la regulación en exceso de CD19; sin embargo, estudios recientes han revelado que ciertos polimorfismos en ésta se asocian con susceptibilidad genética para esta enfermedad [42].
Nuevos estudios han demostrado que tanto CD19 como CD22 son moléculas de coestimulación con rol regulador de la intensidad, duración y calidad de las señales derivadas de la activación del receptor B (BCR); entre estos dos componentes existe un ciclo regulador que parece estar relacionado con diferentes desórdenes inmunológicos [43]. En un modelo murino denominado mev/mev, las mutaciones en la molécula SHP-1 determinan la producción espontánea de elevados niveles de autoanticuerpos, desencadenando hipergammaglobulinemia y depósitos de complejos inmunes [44].
iii) LB y anticuerpos
Tres de los autoanticuerpos son específicos de la enfermedad y mutuamente excluyentes: (a) anticuerpos anticentrómero, (b) antitopoisomerasa I y (c) anti-RNA-polimerasa III (anti-RNAP). En estos pacientes también han sido identificados otros autoanticuerpos, dirigidos contra los nucléolos, el citoplasma celular, los componentes de la matriz extracelular, los fibroblastos y/o las células endoteliales [11].
Anticuerpos específicos
La topoisomerasa I es una proteína nuclear, tipo no histona, involucrada en la regulación del enrollamiento del DNA. Los anticuerpos antitopoisomerasa I se encuentran presentes en un 30-70% de los pacientes con SSc [45] y están fuertemente asociados al riesgo de desarrollar neumopatía infiltrativa difusa [46]; es el único anticuerpo cuyo título se asocia con el pronóstico de la enfermedad. Por su parte, los anticuerpos anticentrómeros, que se unen principalmente a las proteínas centroméricas CENP-A, B y C, se detectan en el 22-40% de los pacientes, asociándose más a menudo con la enfermedad limitada [47], mientras que los anticuerpos anti-RNAP se unen a RNAP I y III, las cuales están involucradas en la transcripción del DNA; se asocian a compromiso renal y son considerados un marcador de mal pronóstico (Tabla 3) [48].
Anticuerpos no específicos
La fibrilina es una proteína básica nucleolar localizada en la ribonucleoproteína U3, un complejo proteico involucrado en la síntesis de RNA ribosomal. Los anticuerpos antifibrilina se asocian con compromiso cutáneo difuso, hipertensión pulmonar y compromiso del tracto gastrointestinal [49]. Desencadenan también la diferenciación de los fibroblastos con fenotipo normal hacia uno de tipo profibrótico, a través de un mecanismo TGF-β dependiente [50].
Los anticuerpos anti-Th/To, dirigidos directamente contra proteínas nucleolares que interactúan con el RNA, se detectan solo en el 4% de los pacientes y se asocia con compromiso cutáneo limitado, compromiso pulmonar y gastrointestinal. Sin embargo, éstos no son específicos, encontrándose también en individuos con fenómeno de Raynaud sin SSc [51].
Es importante recordar que cerca de la totalidad de los pacientes poseen anticuerpos antinucleares positivos [40].
En la Tabla 4 se sintetizan los anticuerpos específicos e inespecíficos presentes en SSc [52,53].
Vasculopatía
En la SSc, el endotelio es el órgano blanco de la respuesta inmune e inflamatoria y determina la disregulación del control del tono vascular y la desorganización progresiva de la arquitectura vascular, lo que tiene un rol fundamental en la patogenia de la hipertensión pulmonar y del daño renal asociado.
Se caracteriza por la proliferación fibrosa y el engrosamiento secundario de la íntima, acompañado de episodios vasoespásticos, que conducen a isquemia local. Afecta principalmente a capilares y arteriolas, en las cuales se observa además un aumento de la permeabilidad, disminución de la oxigenación tisular, con activación de la cascada de la coagulación y fibrinolítica, culminando en la formación local de trombos, que disminuyen aún más la oxigenación local [54].
La proliferación fibrointimal es causada probablemente por las distintas citoquinas profibróticas circulantes. Se ha evidenciado que la expresión de TGF-β y de PDGF determina la hiperplasia fibrótica de la íntima en las arterias del cerdo [21].
Si bien la isquemia, al igual que el incremento de los diversos factores angiogénicos circulantes, como el VEGF, fomentan la neoangiogénesis, esto se contrapone con las grandes áreas cutáneas avasculares, lo que se atribuye a: (a) la presencia de autoanticuerpos contra las células endoteliales, que condicionan la apoptosis celular, y (b) a la escasez de precursores de células endoteliales, los que además tienen bajo potencial de diferenciación [9].
A su vez, los episodios vasoespásticos pueden también ser mediados por los diversos factores solubles circulantes. La endotelina-1, expresada durante la fase inicial de la SSc en las células endoteliales y fibroblastos, median cambios vasculares ya que: (a) es un vasoconstrictor potente, (b) induce síntesis de colágeno e inhibe la de MMP, y (c) participa en la infiltración tisular por células mononucleares, mediante la expresión de moléculas de adhesión (ICAM-1) en los fibroblastos [9].
La angiotensina II también se encuentra sobreexpresada en pacientes con SSc y determina gran vasoconstricción y depósito de proteínas en la matriz extracelular, a través de la inducción del TGF-β. Esto se acompaña de disminución en la producción de una prostaciclina vasodilatadora derivada del endotelio, como también del óxido nítrico [11].
Etiología de la esclerosis sistémica
Hallazgos recientes dan algunas luces de la causa de la activación de los LT en la SSc. Normalmente, estas células pueden ser activadas de forma no específica por citoquinas o específicamente por diferentes antígenos. Cuando son activados por antígenos, los LT proliferan y la progenie posee el mismo receptor de superficie, es decir, son mono/oligoclonales. Es así como se ha evidenciado que a nivel de las lesiones cutáneas esclerodérmicas existe expansión oligoclonal de los LT, hallazgo que sugiere una respuesta T desencadenada por antígenos y no por estímulos inespecíficos [55]. Si bien los antígenos son aún desconocidos, existen algunos candidatos probables.
Es posible que la SSc sea un subtipo de enfermedad injerto contra huésped (GVHD), dado las semejanzas clínicas y serológicas existentes entre ambas patologías [8]. De modo general, la GVHD ocurre cuando las células inmunocompetentes presentes en la médula ósea u otro órgano trasplantado reconocen como extraños a antígenos celulares superficiales del huésped.
Los requisitos para la inducción de GVHD son: (a) el injerto debe contener células inmunológicamente competentes, (b) el huésped debe ser considerado extraño para estas células, y (c) el huésped debe ser incapaz de montar una RI efectiva contra las células del donante [53].
El hallazgo de un número importante de células fetales en sangre periférica y en tejidos de mujeres con SSc (microquimerismo) hasta 27 años posteriores al parto refuerza esta hipótesis [56,57].
Sin embargo, la demostración de células microquiméricas en individuos sanos indica que su mera presencia no es suficiente para causar SSc. Varios autores han postulado que las células microquiméricas deben ser primero activadas (por virus, agentes químicos, factores ambientales, etc.) y, sólo si están en un huésped permisivo, se desencadenará la enfermedad [53]. Estos LT extraños reaccionarían con las moléculas de histocompatibilidad (MHC) del paciente; la topoisomerasa I es otro antígeno candidato [9].
Entre los agentes ambientales relacionados con la patogenia de esta enfermedad destaca el Parvovirus B19, la exposición crónica a pesticidas, derivados de benceno, carbón, oro, uranio y sílice [1]. Está comprobado que el citomegalovirus (CMV) puede causar vasculopatía, la que se asemeja mucho a la de la SSc; se ha informado que los anticuerpos anti-CMV se encuentran aumentados en pacientes con SSc [9].
Predisposición genética
Como existe escasa evidencia que apoye la etiología ambiental, se ha enfocado la atención en el rol de los factores genéticos en la patogenia de la SSc. Aunque diversos estudios en gemelos no han logrado demostrar asociación, resultados recientes indican la existencia de una predisposición genética, ya que: (a) los hijos de individuos con SSc tienen un riesgo mayor, aunque pequeño, de desarrollar esta patología [58], (b) los indios americanos Choctaw tienen una alta prevalencia de esta enfermedad (469 vs. 100 casos por millón habitantes en el resto de los EE.UU.) [1]. Así, los antecedentes familiares positivos son el factor de riesgo más fuerte identificado para SSc [11].
Varias comunicaciones describen asociaciones entre ciertos HLA y patrones definidos de autoanticuerpos [54], sobre todo en relación con determinadas etnias. Sin embargo, esta enfermedad se relaciona más estrechamente con polimorfismos de nucleótidos específicos en diversos genes, como los codificantes de factores reguladores vasomotores (endotelina, enzima convertidora de angiotensina), CD19, IL-1α, TNF-α, TGF-β, quimioquinas, etc. [54].
Conclusiones
La activación de los LT y LB tempranamente en el curso de la enfermedad, incluso antes de que exista evidencia microscópica de fibrosis, en asociación a sus acciones profibróticas sobre los fibroblastos, sugieren que las células T y B tienen un rol importante en la inmunopatogenia de la SSC. El hecho de que la activación celular sea guiada por antígenos avala esta hipótesis y sugiere que los LT son los impulsores de la RI y no meros receptores pasivos de los mediadores inflamatorios. Aunque no se ha logrado la comprensión exacta de los mecanismos celulares y moleculares que desencadenan y promueven el daño, se han logrado importantes progresos en los últimos años. Si bien es cierto que existen nuevos estudios y modelos experimentales, éstos se han centrado en las fases definidas de la enfermedad y no en las interacciones existentes entre éstas; probablemente las nuevas investigaciones tengan a estas interacciones como eje central.
Nuevas terapias están siendo implementadas, cada vez más eficaces, en el control de la enfermedad. Sin embargo, aún está pendiente el descubrimiento de un medicamento que sea capaz de actuar sobre las bases inmunopatológicas de la enfermedad, impidiendo la progresión de ésta y no solo sobre los daños viscerales secundarios. Datos de estudios animales demuestran que la manipulación del equilibrio Th1/Th2 y de los LB, pueden aminorar el proceso fibrótico. La futura aplicación de esta aproximación en individuos con SSc, así como las estrategias que tienen como objetivo las citoquinas profibróticas como el TGF-β y el CTGF, parece promisoria y podrían cambiar el pronóstico de los pacientes con esta enfermedad devast
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